La Iglesia Católica inicia el proceso de Beatificación y Canonización de la palmerina Dña. Carmen Nebot Soldán.
Será en la tarde de mañana 31 de mayo, a las 18:30 horas, en la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista cuando se abra el proceso de Canonización de la palmerina Carmen Nebot Soldán. La ceremonia de apertura del proceso será presidida por el Ilmo. Sr. D. José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva; el Rvdo. P. D. Teodoro León Muñoz, Vicario General de la Diócesis de Sevilla; y el Rvdo. P. D. José S. González Suárez, Párroco de La Palma del Condado.
Ya en el último número de la Revista “Flor Salesiana”, que edita la Archicofradía de María Auxiliadora de nuestra ciudad, se daba debida cuenta de la vida de Dña. Carmen Nebot en un artículo firmado por el archivero municipal y director de la publicación D. Juan Castizo Reyes y que transcribimos a continuación:
El 26 de Octubre pasado, los Obispos del Sur de España en Asamblea celebrada en Córdoba, acordaron abrir “la causa de beatificación y canonización de la Sierva de Dios CARMEN NEBOT SOLDÁN, ama de casa y madre de familia de la Diócesis de Huelva”. Y hace tan sólo tres meses, el 16 de Febrero, el Cardenal Ángelo Amato, que preside la Congregación para la Causa de los Santos, envió a nuestro Obispo Don José Vilaplana Blasco el Decreto del “Nihil Obstat”, el documento que declara que “nada obsta” para que una fiel laica, mujer sencilla de nuestro tiempo y con fama de santidad pueda ser llevada a los altares.
Esta entrada informativa no puede ser sólo una noticia más, por buena que es; para nosotros es una noticia de campanillas que encierra una carga mucho mayor de alegría y esperanza para la feligresía de La Palma, de la Parroquia, sus sacerdotes, consagrados, de los grupos eclesiales, laicos y fieles que la integran, en general de todos los ciudadanos, porque esta mujer fue hija de este pueblo, una vecina de nuestras calles, plazas, tiendas y mercados, una ciudadana que pasó por la vida sin ser ningún centro de atención ni buscar la notoriedad en actos de ningún tipo. Lo suyo fue la sencillez, el orden, la plena fidelidad a la familia que creó y, eso sí, la escucha de la Palabra de Dios. Pues bien, todavía hoy, después de su muerte ocurrida un 24 de Marzo de 2007, podemos recuperar la serenidad del rostro de la recordada por muchos Carmen Nebot, mujer que sin ninguna alharaca está ahora en el punto de mira de los próceres de la Iglesia Diocesana, de un postulador y de numerosísimos testigos y colaboradores que se aprestan a promover la verdad de sus virtudes heroicas.
El silencio meditativo que tanto la caracterizó, a tenor de los escritos que nos ha dejado, se rompe para que sea ahora la voz de los que la acompañaron en vida la que revele más y mejor su vinculación a la Iglesia Católica y sus cualidades y valores espirituales. Que sea lo que Dios quiera, que para eso es Él quien está marcando este camino de santidad. Nada hay de extraño o singular en que Carmen haya sido, de cara al gran público, una madre de familia, que se entregó a su esposo y a sus hijos como el Señor, “hasta el extremo”, y sean esas cualidades, tan comunes y habituales entre tantas otras madres de familia, las que hoy avalen para aspirar a merecer tan gran recompensa. También Juan Pablo II denominó a San Josemaría Escrivá “el santo de lo ordinario” a los participantes en su canonización en 2002. La santidad no implica tan solo que alguien se proponga ser “alma de oración y eucaristía”, como él proponía, sino que –como consecuencia necesaria de ese trato personal con Jesucristo, Verbo Encarnado por amor al hombre- exige ser un ciudadano ejemplar en el cumplimiento de sus deberes familiares, profesionales y sociales, procurando trabajar bien, con respeto a la ética profesional y con un afán de servicio a la sociedad entera. Y Carmen Nebot escribe: “La vida del cristiano es una lucha que dura toda la vida y la oración es un arma que tenemos para defender nuestra fe (…) ¡cuántas veces los que creemos tener fe, los que presumimos de cristianos y los que vivimos a nuestra comodidad sin más compromiso que el que a nosotros nos conviene según las circunstancias, pedimos, y a veces con un poquito de exigencia a Dios, seguridad! Queremos vivir la fe de un cristiano con seguridad, y es que no tenemos confianza, porque no nos fiamos de Dios, queremos verlo todo claro ¡pero con una claridad humana, no con los ojos de la fe, sino como nos gustaría que fuese la historia de nuestra vida!, y resulta que ni los planes de Dios son nuestros planes, ni sus caminos son nuestros caminos”.
Así se expresaba esta mujer corriente, con una vida corriente, pero traspasada por la Eucaristía y por la devoción a la Santísima Virgen. La vocación de Carmen Nebot no tuvo horarios, porque su vocación no se puede tasar en horas. Fue una suerte de sacerdocio que empezó en la lejana época de Acción Católica, los Ejercicios Espirituales en La Cinta, Catequista en la Parroquia, sus Hermanas de la Cruz, su grupo de oración de Vivencias de fe, su colaboración como celadora de las Obras Vocacionales Pontificias, que llevan haciendo hace muchísimos años una labor callada gracias a las hermanas Asunción y Lourdes Morgado en pro de la creación de becas para el estudio de los futuros sacerdotes de la Diócesis; y desde luego su permanente espíritu salesiano, también como celadora de la Archicofradía de María Auxiliadora, itinerando las capillitas que de casa en casa bendicen a los hogares y sirven para encomendarse por los problemas y las necesidades que una familia puede encontrar. A todos tuvo muy cerca, también los pobres, los sencillos, por los que demostró un amor que le nacía de su reconocimiento de Cristo en ellos. ¿Dónde está, por tanto, la diferencia? ¿Acaso no son tantas las “Cármenes” que andan por ahí entregadas a su esposo y a sus hijos? ¿Acaso no hay muchas personas comprometidas con la caridad al prójimo? Es verdad, y por eso mismo es necesario y preciso el testimonio de la vida de Carmen Nebot: las madres de familia, la gente corriente como tú o como yo, también estamos llamados a la santidad. Y porque además, Carmen nos ha dejado un legado que apela a la oración. Quiere que nos acerquemos a Jesús y lo amemos con toda el alma. Quiere que caminemos con su perdón. Quiere que no olvidemos la cruz de madera y el sacrificio del cristiano diario. Quiere, a través de sus pensamientos, que vivamos la fe valiente y con humildad, pues con la fuerza de Cristo, podremos ser Luz y Sal.
Quienes saben escucharla saben que su fama de santidad no ha dejado de crecer desde el momento de su muerte, y son muchos ya los devotos que se encomiendan a ella y obtienen favores. Ahora la iglesia fija un interés especial en su persona, quiere estudiar su vida, porque hay indicios muy sólidos de que puede ser un modelo para todos nosotros. Para sus hijos esto supone una gran responsabilidad y es motivo de una profunda acción de gracias a Dios.
Ahora Carmen Nebot espera nuestro cariño y confianza en forma de oración. Que miremos alto a ver si somos capaces de sentir el alivio, la luz y esperanza. Que Dios merece la pena.
Correspondo al prudente desvelo con el que los hijos de Carmen Nebot me ofrecen toda la información oportuna al respecto de estas “Causa para nuestra Alegría”, ofreciéndoles a ellos y a los devotos de María Auxiliadora todo el cimiento de esta Archicofradía a la que ella perteneció y ayudó pasionalmente a construir, pues en la divinidad de esta Virgen afirmó buena parte de la fuerza de su fe, y por la que se significó en una humanidad elevada, rigurosa e ideal. Y por tanto, feliz.
Será en la tarde de mañana 31 de mayo, a las 18:30 horas, en la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista cuando se abra el proceso de Canonización de la palmerina Carmen Nebot Soldán. La ceremonia de apertura del proceso será presidida por el Ilmo. Sr. D. José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva; el Rvdo. P. D. Teodoro León Muñoz, Vicario General de la Diócesis de Sevilla; y el Rvdo. P. D. José S. González Suárez, Párroco de La Palma del Condado.
Ya en el último número de la Revista “Flor Salesiana”, que edita la Archicofradía de María Auxiliadora de nuestra ciudad, se daba debida cuenta de la vida de Dña. Carmen Nebot en un artículo firmado por el archivero municipal y director de la publicación D. Juan Castizo Reyes y que transcribimos a continuación:
“Una Causa para Nuestra Alegría”
Esta entrada informativa no puede ser sólo una noticia más, por buena que es; para nosotros es una noticia de campanillas que encierra una carga mucho mayor de alegría y esperanza para la feligresía de La Palma, de la Parroquia, sus sacerdotes, consagrados, de los grupos eclesiales, laicos y fieles que la integran, en general de todos los ciudadanos, porque esta mujer fue hija de este pueblo, una vecina de nuestras calles, plazas, tiendas y mercados, una ciudadana que pasó por la vida sin ser ningún centro de atención ni buscar la notoriedad en actos de ningún tipo. Lo suyo fue la sencillez, el orden, la plena fidelidad a la familia que creó y, eso sí, la escucha de la Palabra de Dios. Pues bien, todavía hoy, después de su muerte ocurrida un 24 de Marzo de 2007, podemos recuperar la serenidad del rostro de la recordada por muchos Carmen Nebot, mujer que sin ninguna alharaca está ahora en el punto de mira de los próceres de la Iglesia Diocesana, de un postulador y de numerosísimos testigos y colaboradores que se aprestan a promover la verdad de sus virtudes heroicas.
El silencio meditativo que tanto la caracterizó, a tenor de los escritos que nos ha dejado, se rompe para que sea ahora la voz de los que la acompañaron en vida la que revele más y mejor su vinculación a la Iglesia Católica y sus cualidades y valores espirituales. Que sea lo que Dios quiera, que para eso es Él quien está marcando este camino de santidad. Nada hay de extraño o singular en que Carmen haya sido, de cara al gran público, una madre de familia, que se entregó a su esposo y a sus hijos como el Señor, “hasta el extremo”, y sean esas cualidades, tan comunes y habituales entre tantas otras madres de familia, las que hoy avalen para aspirar a merecer tan gran recompensa. También Juan Pablo II denominó a San Josemaría Escrivá “el santo de lo ordinario” a los participantes en su canonización en 2002. La santidad no implica tan solo que alguien se proponga ser “alma de oración y eucaristía”, como él proponía, sino que –como consecuencia necesaria de ese trato personal con Jesucristo, Verbo Encarnado por amor al hombre- exige ser un ciudadano ejemplar en el cumplimiento de sus deberes familiares, profesionales y sociales, procurando trabajar bien, con respeto a la ética profesional y con un afán de servicio a la sociedad entera. Y Carmen Nebot escribe: “La vida del cristiano es una lucha que dura toda la vida y la oración es un arma que tenemos para defender nuestra fe (…) ¡cuántas veces los que creemos tener fe, los que presumimos de cristianos y los que vivimos a nuestra comodidad sin más compromiso que el que a nosotros nos conviene según las circunstancias, pedimos, y a veces con un poquito de exigencia a Dios, seguridad! Queremos vivir la fe de un cristiano con seguridad, y es que no tenemos confianza, porque no nos fiamos de Dios, queremos verlo todo claro ¡pero con una claridad humana, no con los ojos de la fe, sino como nos gustaría que fuese la historia de nuestra vida!, y resulta que ni los planes de Dios son nuestros planes, ni sus caminos son nuestros caminos”.
Así se expresaba esta mujer corriente, con una vida corriente, pero traspasada por la Eucaristía y por la devoción a la Santísima Virgen. La vocación de Carmen Nebot no tuvo horarios, porque su vocación no se puede tasar en horas. Fue una suerte de sacerdocio que empezó en la lejana época de Acción Católica, los Ejercicios Espirituales en La Cinta, Catequista en la Parroquia, sus Hermanas de la Cruz, su grupo de oración de Vivencias de fe, su colaboración como celadora de las Obras Vocacionales Pontificias, que llevan haciendo hace muchísimos años una labor callada gracias a las hermanas Asunción y Lourdes Morgado en pro de la creación de becas para el estudio de los futuros sacerdotes de la Diócesis; y desde luego su permanente espíritu salesiano, también como celadora de la Archicofradía de María Auxiliadora, itinerando las capillitas que de casa en casa bendicen a los hogares y sirven para encomendarse por los problemas y las necesidades que una familia puede encontrar. A todos tuvo muy cerca, también los pobres, los sencillos, por los que demostró un amor que le nacía de su reconocimiento de Cristo en ellos. ¿Dónde está, por tanto, la diferencia? ¿Acaso no son tantas las “Cármenes” que andan por ahí entregadas a su esposo y a sus hijos? ¿Acaso no hay muchas personas comprometidas con la caridad al prójimo? Es verdad, y por eso mismo es necesario y preciso el testimonio de la vida de Carmen Nebot: las madres de familia, la gente corriente como tú o como yo, también estamos llamados a la santidad. Y porque además, Carmen nos ha dejado un legado que apela a la oración. Quiere que nos acerquemos a Jesús y lo amemos con toda el alma. Quiere que caminemos con su perdón. Quiere que no olvidemos la cruz de madera y el sacrificio del cristiano diario. Quiere, a través de sus pensamientos, que vivamos la fe valiente y con humildad, pues con la fuerza de Cristo, podremos ser Luz y Sal.
Quienes saben escucharla saben que su fama de santidad no ha dejado de crecer desde el momento de su muerte, y son muchos ya los devotos que se encomiendan a ella y obtienen favores. Ahora la iglesia fija un interés especial en su persona, quiere estudiar su vida, porque hay indicios muy sólidos de que puede ser un modelo para todos nosotros. Para sus hijos esto supone una gran responsabilidad y es motivo de una profunda acción de gracias a Dios.
Ahora Carmen Nebot espera nuestro cariño y confianza en forma de oración. Que miremos alto a ver si somos capaces de sentir el alivio, la luz y esperanza. Que Dios merece la pena.
Correspondo al prudente desvelo con el que los hijos de Carmen Nebot me ofrecen toda la información oportuna al respecto de estas “Causa para nuestra Alegría”, ofreciéndoles a ellos y a los devotos de María Auxiliadora todo el cimiento de esta Archicofradía a la que ella perteneció y ayudó pasionalmente a construir, pues en la divinidad de esta Virgen afirmó buena parte de la fuerza de su fe, y por la que se significó en una humanidad elevada, rigurosa e ideal. Y por tanto, feliz.
Foto: Web Parroquia