NTRA. SRA. DEL VALLE: Crónica - Rosario de Doce.

Y La Palma, su Imperio.
La poesía del 15 de agosto volvió a poner en los versos de la noche doce estrellas, una luna postrada y resplandores flamígeros con halos dorados. La rima la traían consigo el rumor a campanillas y el sonar meláncolico de unas añejas coplas. Así fue como con los poemas de la noche y la música de campanilleros este Imperio volvió a entonar su Himnno, un Imperio forjado por miles de almas palmerinas conquistadas desde hace más de 155 años por su Emperatriz...
Emperatriz de La Palma, Rosa de la eterna madrugada, Salud de nuestros enfermos, Valle de nuestras vidas... Es la noche de La Palma la que quiso regalarte tu pueblo; que volvió a ser puntual a la cita y que cumpliendo con el voto a las 01:00 horas, que en otro tiempo serían las 00:00 horas, volvía a revivirse la más honda y sentida muestra de fe y devoción, volvías a inundar de amor a cada corazón que en la tradicional Plaza de España esperaba el reencuentro con la mirada serena de su Patrona. Muchos venían de lejos solo para sentir en sus carnes esa bocanada de salud con la que arrasas cada rincón de nuestro ser.
Con palmas de fuego y multitud de cohetes, la Virgen del Valle iniciaba su Rosario de Doce entre centenares de palmerinos y al compás de una de las marchas más clásicas que existen: Virgen del Valle de Gómez Zarzuela, interpretada magistralmente por la Banda de Música "Virgen de las Mercedes" de Bollullos del Condado (Huelva).
Los nardos pintaban de verde y blanco los valles de este Imperio, creando con su perfume la fragancia por antonomasia de su noche, anidando en cada uno de los cientos de nardos, que conformaban las perfectamente proporcionadas jarras del paso, promesas y oraciones de aquellos que buscan entre flores a la más hermosa Rosa del Altar.
Cohetes y coplas que emocionaban al pueblo, eran las que entonaban en corro el Coro de Campanilleros de Ntra. Sra. del Valle, que cada vez cuenta con mayor número de integrantes siendo muchos de ellos jóvenes y niños. Madre del Alma Mía, Pintor de María, En el año del 55, Campanas de la Catedral,... fueron algunos de esos avemarías cantados por las dulces voces de este Coro Campanillero, que en el 15 se convierten en querubes que alegres van entonando las glorias y alabanzas de María.
Milagros del 15 de agosto, milagros callados que afloran del alma a los cristalinos ojos de quien eleva su mirada ante la Virgen, milagros en el rozar de sus nardos con las ventanas de quien padece en su cuerpo el sufrimiento de las epidemias que nos azotan en estos días. Se fue repartiendo el milagro y La Palma quedaba curada en su alma, por aquella que con valentía había salido a inyectar su bendición en el corazón de la ciudad. Los costaleros demostraron que son hombres de casta e hicieron pararle el pulso a la noche meciendo a la Patrona de La Palma con la cadencia necesaria para que los vecinos de la calle Marimarcos pudieran disfrutar desde sus balcones de la majestuosidad de la Virgen, que pasaba con los centímetros justos por la emblemática callejuela.
El rocío de la madrugada caía en La Palma en forma de delicados pétalos de rosas, que como seña de amor eran lanzados para honrar a la Virgen. Las calles Muñoz y Pavón, Virgen del Valle, Marimarcos, Hermanos Cueva y Cervantes estaban perfectamente adornadas por sus vecinos para recibir a la Patrona, destacando la nueva decoración de la calle Hermanos Cueva con banderolas verdes con símbolos de la Virgen y arcos con plantas aromáticas y flores, que sin duda recordaban a tiempos pasados. Farollillos, luces y banderas recibían a la Virgen mientras a la noche se le iban acabando las horas y a La Palma le seguían quedando ganas de sentir la cercanía de su Madre.
La Virgen aparecía al alba por la calle Cardenal Segura, reflejando las primeras luces del día la estampa clásica que este año nos ofrecía la Virgen del Valle, que se presentaba con su antiguo ajuar de gala compuesto por el manto rojo juanmanuelino conocido como de la Flor de Lis y la saya antigua bordada sobre tisú de plata. Una imagen que no se repetía desde el 1964 y la cual ha agradado muy gratamente a los palmerinos, que pudieron contemplar a su Patrona tal y como la recordaban sus mayores.
El amanecer despertaba con oscuras nubes sobre el cielo, lo cual hizo que el discurrir de la Procesión avanzara de un modo rápido, dado el leve riesgo de precipitaciones que se preveía para las primeras horas del día. Rozando las 07:30 horas y con un grisaceo celaje en La Palma, las puertas de la Parroquia se abrían y los últimos sones de corneta junto al resonar de los cohetes anunciaban el fin de una noche de ensueño. El aplauso sentido retumbaba en los fríos muros de la Parroquia de San Juan Bautista mientras los Campanilleros alzaban sus voces para elevar la última plegaria a la Virgen, que ya se entronizaba de nuevo ante el rojo dosel.
La Virgen Valle recibió en la mañana del 16 de agosto las Gracias de su pueblo que con la Santa Misa agradecían su milagrosa intercesión.
Sin duda La Palma vivió una larga noche de emociones y sentimientos desatados junto a su Patrona, quedando claro una cosa: que su Imperio no está en La Palma, sino en los corazones de sus hijos los palmerinos.