La Santa Cruz de la Calle Sevilla brilló bajo el Sol del Santísimo Sacramento.
El Corpus Christi volvió a mover los sentimientos cruceros de los piomperos que se reunieron en torno a la Cruz para acompañar entre rezos a Jesús Sacramentado.
La Santa Cruz de la Calle Sevilla abandonaba en la noche del sábado de vísperas del Corpus su Capilla para ir hasta la Parroquia a celebrar con la Hermandad Sacramental la festividad del Cuerpo de Cristo. Un Traslado cargado de sentimientos piomperos que afloraron y fueron a caer a las plantas del Madero Sagrado en forma de vivas y piropos. Muchos devotos acompañaron a la Santa Cruz, a la que seguía musicalmente la Banda Municipal de Música "Ntra Sra. del Valle" de La Palma. La Cruz se presentaba radiante en la noche palmerina luciendo sudario bordado en oro sobre tisú de plata realizado en 1987 por el taller de los Hermanos Benítez. Contrastaba hermosamente el brillo blanco de la plata con las oscuras sombras de la noche.
Pero para contrastes los de la esplendorosa mañana del Corpus Christi. Volvió a ser Guía de la Procesión Eucarística, marcando la Santa Cruz el camino de todos los fieles que con amor acompañaban a Jesús Sacramentado.
Una vez finalizada la Procesión del Corpus, las campanas de la Parroquia volvían a repicar a gloria anunciando la salida de la Santa Cruz. Regresaba a su barrio, visitando en su caminar el Convento de las Hermanas de la Cruz, donde las Hijas de Santa Ángela la esperaban. Se volvió a vivir un año más uno de los momentos más tradicionales de las fiestas piomperas, la Cruz enfrentaba su belleza gótica ante las humildes miradas de las monjas, mientras de fondo la clásica melodía de la marcha "Pasan los Campanilleros" del maestro López Farfán, hacía estremecer el alma de todos los allí presentes.
La Agrupación Musical de Nerva fue la encargada de poner notas a esta hermosa tarde de alegrías y reencuentros. El paso de la Santa Cruz se exornaba con flores rojas para el Corpus, como viene siendo tradicional por ser el rojo el color Eucarístico por excelencia. Liliums, rosas, espigas y uvas conformaban este exorno, que llenaban de color el neogótico trono de la Cruz.
La calor sofocante, que apretaba en las horas del Traslado de vuelta, no deslució el perfecto procesionar del cortejo en el que figuraban las reinas y damas de las Fiestas, así como la representación de la Hermandad. Al llegar a la Capilla las insignias fueron guardadas, quedando la Santa Cruz arropada de todo el pueblo piompero que volvió a pasearla por las calles aledañas del barrio. Alegría y emoción, eran los sentimientos que se alojaban en los hogares por los que la Cruz fue derramando su protección.
Rozando las cinco de la tarde, el Himno a la Santa Cruz volvía a resonar en la antigua calle Sevilla, que vibraba para despedir a su Santa Cruz.
Sentimientos, emociones y promesas quedaron sellados en esos últimos instantes cruceros, que volverán a florecer en la próxima primavera, como también lo hará el hermoso Blanco Lirio de La Palma.
El Corpus Christi volvió a mover los sentimientos cruceros de los piomperos que se reunieron en torno a la Cruz para acompañar entre rezos a Jesús Sacramentado.
La Santa Cruz de la Calle Sevilla abandonaba en la noche del sábado de vísperas del Corpus su Capilla para ir hasta la Parroquia a celebrar con la Hermandad Sacramental la festividad del Cuerpo de Cristo. Un Traslado cargado de sentimientos piomperos que afloraron y fueron a caer a las plantas del Madero Sagrado en forma de vivas y piropos. Muchos devotos acompañaron a la Santa Cruz, a la que seguía musicalmente la Banda Municipal de Música "Ntra Sra. del Valle" de La Palma. La Cruz se presentaba radiante en la noche palmerina luciendo sudario bordado en oro sobre tisú de plata realizado en 1987 por el taller de los Hermanos Benítez. Contrastaba hermosamente el brillo blanco de la plata con las oscuras sombras de la noche.
Pero para contrastes los de la esplendorosa mañana del Corpus Christi. Volvió a ser Guía de la Procesión Eucarística, marcando la Santa Cruz el camino de todos los fieles que con amor acompañaban a Jesús Sacramentado.
Una vez finalizada la Procesión del Corpus, las campanas de la Parroquia volvían a repicar a gloria anunciando la salida de la Santa Cruz. Regresaba a su barrio, visitando en su caminar el Convento de las Hermanas de la Cruz, donde las Hijas de Santa Ángela la esperaban. Se volvió a vivir un año más uno de los momentos más tradicionales de las fiestas piomperas, la Cruz enfrentaba su belleza gótica ante las humildes miradas de las monjas, mientras de fondo la clásica melodía de la marcha "Pasan los Campanilleros" del maestro López Farfán, hacía estremecer el alma de todos los allí presentes.
La Agrupación Musical de Nerva fue la encargada de poner notas a esta hermosa tarde de alegrías y reencuentros. El paso de la Santa Cruz se exornaba con flores rojas para el Corpus, como viene siendo tradicional por ser el rojo el color Eucarístico por excelencia. Liliums, rosas, espigas y uvas conformaban este exorno, que llenaban de color el neogótico trono de la Cruz.
La calor sofocante, que apretaba en las horas del Traslado de vuelta, no deslució el perfecto procesionar del cortejo en el que figuraban las reinas y damas de las Fiestas, así como la representación de la Hermandad. Al llegar a la Capilla las insignias fueron guardadas, quedando la Santa Cruz arropada de todo el pueblo piompero que volvió a pasearla por las calles aledañas del barrio. Alegría y emoción, eran los sentimientos que se alojaban en los hogares por los que la Cruz fue derramando su protección.
Rozando las cinco de la tarde, el Himno a la Santa Cruz volvía a resonar en la antigua calle Sevilla, que vibraba para despedir a su Santa Cruz.
Sentimientos, emociones y promesas quedaron sellados en esos últimos instantes cruceros, que volverán a florecer en la próxima primavera, como también lo hará el hermoso Blanco Lirio de La Palma.