LAS ARISTAS DE LA OJIVA: Y...

Y…

No se que sentimiento me invadió en aquel momento. Quizás tan solo estaba algo descolocado ante un panorama tan nuevo para mí. Pero la verdad es que solo acerté a ver la realidad más cruda, el desvanecimiento de un sueño que cada vez se iba pareciendo menos a la realidad.
Compartía opiniones de extrañeza con las aristas, que volvían a descubrir su entrada cuando el alba solo acababa de despuntar. Y mientras me debatía entre deseo y razón, rogaba a aquella Virgen de los ojos penetrantes, que apartara de mí aquella pesadilla. Que al sonar el despertador, fueran las tres de la mañana y mi amigo Juan José estuviera esperándome a mí y a mis hermanos, en su casa con aquellos dulces tan cuaresmales.
Pero no fue así, pues la realidad chocó contra mi sentido, cuando después del último golpe del llamador, escuche aquella voz tan familiar: “familia, hasta el año que viene, si la Virgen quiere”.
Corazón de plata, una vida menos.
Aquella Madrugada que viste nacer, vaga moribunda buscando refugio, mientras el sol naciente acompaña en su regreso a la Virgen palmerina de la mirada baja y los ojos de azabache, que regresa a su casa por un lugar que no debiera. Hoy se escribe una nueva página de la historia de tu Cofradía
Esa fue la verdad de una Madrugada tan triste como histórica. Y ésta, a mi juicio, la imagen que mejor lo refleja.
Corazón de plata, una historia más para tu vida cofrade.

Alfonso J. Madrid

Foto: Manuel V.